16/2/09

ANGEL DE FUEGO


Yo, hombre de fuego, látigo abrasador de llamas en la altura
donde se junta tu cielo y mi cielo cuando la tarde esconde al sol
y la noche hace su entrega de lujurias en el corazón de las sombras.
Bebo en tus manos todo lo que me ofreces, tu desnudez y sus sorpresas,
tus ritos de asombro transfigurados en la osadía de mis labios
cuando se untan de frutas frescas en lo más alto de tus senos.

Soy el ángel de las brasas, mis milagros los guardo junto a las cenizas
de los recuerdos. Recuerdos presentes aun cuando me falta tu piel
y sus trazos de obligado encuentro. Bebe en mi lengua como bebo yo de tus manos,
te ofrezco mis piedras candentes a lo largo de la ruta que he trazado para tus andanzas
demenciales en los laberintos sin fondo de las locuras.

Cabálgala sin prisas, lentamente como el fuego que no avisa pero arrasa,
llega quemando mi espíritu errante, fúndete en mi alma divina y tendrás alas
para llamarme desde las nubes cuando quieras amar como las hojas desorbitadas
en el viento. Y deja tu huella en mis rastros calcinados cuando estallen los volcanes
de tu cuerpo por los Dioses esculpidos...

Así, clavaré mi cruz eterna
sobre los ojos sin brillos
del olvido.

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