17/2/09

CENA DE NAVIDAD



Y me cené tus ojos cuando crucé el iris A la entrada de la cocina humeante. Ardían las pupilas conquistadas por mis pupilas, Saltaban duendes intranquilos en el ir y venir Sobre la mirada que desnuda. Conquistas de espejismos. Hambre, saciándose En la delicia prometida del primer plato, Charla sin palabras que conquistaba el mundo. Cené a placer el primer instante de mieles idénticas, Transparentes como los ríos desaparecidos en mis sueños. Bebí en tus labios la euforia de las olas, la clásica propiedad De las esponjas profundas en lo más intrincado de la garganta. Era vivir, destilar silbidos como en las danzas árabes, Mover las mandíbulas sin perder el ritmo fusiforme De la locura enraizada en un beso. Llegué al abrazo, la carne blanda se rendía: Tu cuello en mi susurro caliente, rupestre camino Por donde enfila la luna cuando pide limosnas de luz Al sol. Abrí tu blusa y los senos respiraron libres, Buscaban desesperados un atajo en la brisa Para planear como águilas hasta el dominio húmedo de mi boca. Con ellos adorné mis manos, sobé su dulzura en el trasmundo Indefinido de los laberintos sin conciencia de los deseos. Magia, candor de estrellas, puntas afiladas Marcando espasmos entre mis dientes, Succión del tiempo detenido y vencido, Antesala de la desnudez que ya anunciaba su estertor En el ecuador de nuestros cuerpos. Tu vientre fue mi mesa, en tu ombligo se agrupaban Las especies legendarias que arrastré en mi lengua, Dejando una huella recta, una línea de fuego que iluminó Tu pelvis y salpicó con mansedumbre la rosa abierta Que divide tus piernas. Ahí cené el perfume de la lujuria, La desesperación por escuchar el eco lejano de tus gritos, La perfección agridulce de la mejor salsa conocida por el hombre.
Rosa desprotegida, palpitante danza de indios donde encajo mi lanza, Encrucijada, desaparición, pantano que no conoce la sequía, Manzana escogida entre miles:
Mi postre favorito.

No hay comentarios:

Seguidores

Twitter