BRUJA MIA

Prisionera del misterio, diosa de los grises y las tierras sagradas... ¿Qué hago para detener estos temblores que dejan sin voluntad a mi cuerpo? Voy a la deriva de un pensamiento, de una idea que me acerca a ti inevitablemente. Eres mi bruja, guardo para ti el madero, sin más cruz que mis brazos sobre el pecho, quiero quemarte, oler tu piel calcinada en la locura de las llamas cuado pidas que avive, las lenguas de fuegos que escondo en mis labios sedientos y solo las descubro cuando los pongo en la punta de tus senos. Quiero quemarte, por hereje y blasfema, por gritar improperios cuando anuncias descontrolando tus caderas, un ruidoso orgasmo. Quiero quemarte, por diabla, por querer mi sangre que ya te pertenece, por marcar mis vértebras cuando penetro en tu musgo abierto con rabia y deseo. Bruja, mi bruja de amor, mi señal diabólica desprendida de ángeles diferentes, mi paraíso oscuro, la manzana clandestina que cambió la historia. Voy por ti: a quemarme contigo, seré ceniza, un demente con glorias, un ave fénix en tus bordes de dos aguas. Bruja mía: inscribe mi nombre en tu libro de penumbras, conjúrame en tus brebajes, hechiza a mis manos para que solo te toquen a ti, a mi boca para que sean tuyos todos mis besos atrevidos, a mi sexo y así tendrás las estaciones del placer y el dolor siempre contigo, a mis ojos enamorados de ti para que nunca dejen de velar por tu alma.