IDILIO

Idilio mujer, de tu cuerpo y sus salientes. Voluptuosidades que encallan en mis orillas sin sombras. Idilio del deseo y los presagios colgados en tus ojos, navega, navega hasta confundirte con una sirena. regalame del fondo sus tesoros escurridizos para otros prohibidos. Llévame contigo, puedo respirar bajo el agua prendido a tu boca, me alimentas de oxigeno, me das de ti tus esencias para sobrevivir y eso me basta. Idilio de ser pez, y tatuar tu piel en cada una de mis escamas, de ser aleta y columpiarte sobre la espuma sin que pase el tiempo. Idilio de ser corriente, cálida, suave, profunda, que te arrastre mientras pidas auxilio, implores una tregua, o sucumbas en una eterna modorra de deseos despiertos. Idilio de cortar las olas con la espada firme, brillante, desorbitada en su esplendor, pero suave, muy suave después que la reduzcas en tus dientes. Idilio de morir, si, de morir, en lo inmenso, en las cuevas subterráneas, de ser la luz a la entrada de la grieta oscura, de ser un arabesco despojado entre tus arrecifes.