EL JURAMENTO

Danzas redondas, atrevidas circunferencias cóncavas, derroches medievales de fondos paradisíacos donde caminan mis ojos dilatando en los asombros las pupilas. Danzas extraviadas, aliento de guitarra dividiendo como un diafragma los confines perfectos al final de tu espalda. Armonía de carne movediza, masas agrupadas en un cuerpo que reúne todos los encantos de las diosas. Te invito a mi noche, entra en mis laberintos de sombras, saborea la luz que escondo más allá de mi sexo y mis sentidos. Mueve tu arsenal cuando salga la luna y llegue al lecho de estrellas que te ofrezco, el aroma inconfundible de los jazmines. Te invito a perforar los rincones de mi cuarto lleno de tu figura, trota sobre sus misterios y no olvides mi misterio, mi locura de oscilar como los péndulos, mis ansias de convertirme en un caballero de tu mesa redonda. Y así dejar mi espada, desenvainada y lista, mi lanza afilada entre tus senos, mis puñales de fuego donde encuentre un orificio salpicado de frío... Y jurar frente a tu signo abierto, lealtad con mi vida cuando surja la reverencia de mi lengua y las palabras se ahoguen en las salivas de los delirios.